Dicen que las segundas partes no siempre son buenas, aunque suele haber más de alguna honrosa excepción. También se dice que la tercera es la vencida y muchos casos concretos avalan esta creencia popular, lo que no quita que, en otras tantas ocasiones, ni a la cuarta vez se alcanza el éxito.
Mi caso es más simple. De la última descarga de libros digitales, hace unos días elegí leer una novela, de las muchas que ha escrito Rosa Montero (periodista y novelista española contemporánea). Yo tengo cuatro en versión física, de tiempos en que compraba libros; ahora los descargo. Cuando comencé a leerla me di cuenta que ya había intentado hacerlo en una ocasión anterior pero la había desechado. No era lo que yo esperaba de esta novelista. Se trataba de un relato de ciencia ficción, que me sorprendió por lo inesperado.
En esta segunda ocasión -y antes de esperar la tercera- me mantuve en su lectura y debo reconocer que me sorprendió positivamente "Lágrimas en la lluvia". Al terminarla, me enteré que correspondía a una saga; rápidamente busqué los otros volúmenes ("El peso del corazón" y "Tiempos de odio") y terminé de conocer la historia de su protagonista.
Bruna Husky oficia de detective privada, tiene 32 años, vive sola, es independiente y, a pesar de estar absolutamente sana y en forma, cuenta a diario los días que le restan de vida . Es el año 2101, siglo 22, y ella es una "rep" (apócope de replicante) o "tecnohumana". "Nació" a los 25 años (en una fábrica después de 14 meses de "gestación") y vivirá sólo hasta los 35 años. Así que le quedan 3 años, 3 meses y unos pocos días, piensa obsesivamente, con la rabia y la amargura de una vida breve y a plazo fijo, en un mundo complejo, injusto, violento y contaminado, en que muchos humanos desperdician el tiempo en actos sin sentido.
Es el tiempo en que la Tierra no es el único lugar habitado, también hay dos satélites artificiales superpoblados en la estratósfera (de gobiernos totalitarios) y otro planeta colonizado, probable alternativa para los humanos en un tiempo no muy lejano. El avance tecnológico es extraordinario: cualquier "sintiente" (incluidos un par de especies alienígenas) puede trasladarse (o teleportarse) a distancias galácticas aunque aquello no está exento de riesgos. Sin embargo, el mundo está lejos de ser paradisíaco; al contrario, es distópico, como consecuencia lógica de la inconsciencia humana del siglo XX. Los Polos se han derretido, por lo que extensas zonas del planeta quedaron bajo el agua, el aire está contaminado, las aguas ídem. Hay grandes extensiones de tierra transformadas en zonas de sacrificio, donde sobreviven los más pobres en la peor situación posible (aire y agua contaminados, violencia, pobreza extrema, delincuencia), pues el aire y el agua han dejado de ser derechos para transformarse en productos comerciales.
Lo interesante de esta saga, además de la trama, es la visión de lo que espera a nuestros descendientes a comienzos del siguiente siglo, proyectado sobre la base de lo que está sucediendo en la actualidad con respecto al cambio climático, el desarrollo tecnológico, las políticas comerciales y sociales existentes, todo lo cual ha cambiado la vida cotidiana. Y mientras, en el futuro, se pone límites a la progresiva cyborización del ser humano por razones de "ética", hay que pagar por el aire que se respira, el agua se vende cada vez más cara y San Pedro de Atacama es una zona de sacrificio debido a la exhaustiva explotación de los yacimientos de boro, por ejemplo...
Prontos a celebrar la COP25 en nuestro país, ojalá los participantes tengan la visión y, sobre todo, tomen la decisión de hacer algo más que hablar acerca de lo que debe hacerse, aquí y ahora, en relación al Calentamiento Global, para que novelas como éstas no pasen de ser una ficción más.
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