Veinticuatro... [Ayer]
Una vez ubicado el mejor lugar para armar su "campamento", Maui fue a buscar su carga dejada a unos pasos. Se organizó rápidamente. No podía ser de otra manera: no tenía muchas cosas que organizar, prácticamente no tenía nada. Unas "armas" rudimentarias, la "ropa" que llevaba puesta, su piedra-fogar y, su gran posesión, el venado encontrado, comida y protección a la vez.
Quebró unas ramas y armó un habitáculo medianamente decente para aquellos tiempos. Luego, buscó unas piedras e improvisó el lugar para el fuego. Buscó combustible seco para prenderlo y más material para mantenerlo, cocinar y calentarse. Una vez todo esto a punto, se dio a la tarea de despellejar su presa y destasarla. Realizado aquello, atravesó una pierna con una de sus "lanzas" y prendió su fuego y mientras la carne se asaba, "construyó" un especie de tendedero para disponer la carne restante, mientras al cuero, prácticamente intacto, lo dejaba estacado en un espacio medianamente soleado para permitir que se vaya secando de a poco. Orientó su "tendedero" enfrente de la dirección del humo para que el secado sea el adecuado e impida que la carne se agusane. Sus años de vivir sola la habían preparado de manera óptima para esta situación.
Después de terminada su tarea se dedicó a alimentar su cuerpo. La carne estaba deliciosa. No contaba con frutos ni hierbas para acompañarla, tampoco tenía ese producto marino para mejorar su sabor, pero había calmado su hambre. Hasta que no quitó hasta la última brizna de carne del hueso no se dio por satisfecha. Luego, lo lanzó lo más lejos que pudo al cauce del río, y, después de dar vuelta la carne para permitir un secado parejo, decidió ir a darse un baño. No fue fácil tomar la decisión: hacía mucho frío y no tenía pieles para quitar el agua del posible, pero estaba y se sentía sucia.
Cierto era que podría dejarlo para cuando llegara de nuevo el sol (ahora ya quedaba poco de él) pero no sabía lo que le depararía la nueva jornada. Ella no era de las que aplazaba las tareas. Por lo tanto, se quitó rápidamente sus sucias vestimentas y se acercó con cuidado a la orilla del agua. Primero debía tantear el terreno para no ponerse en peligro. Había un suave remanso que se transformó en el lugar ideal para limpiarse sin riesgos. Me frotó el cuerpo con rudeza, se trató de lavar y desenredar de la mejor forma el cabello y el resultado la dejó bastante conforme. Ya buscaría esa planta que le dejaba la cabellera totalmente limpia. No había divisado ningún ejemplar de ella por la orilla. Claro que tampoco se había dedicado a ello con afán. Lo importante y primordial había sido instalarse, faenar el venado, hacer fuego y alimentarse.
Corrió un poco, saltó otro tanto y, ya con el agua algo escurrida, se vistió nuevamente. Deseo que en la siguiente jornada hubiera bastante sol para lavar y secar parte de su vestimenta. Era necesario. Volvió a su campamento. Todo estaba normal. El fuego lamentablemente estaba casi apagado aunque quedaban unas cuantas brasas, que le permitieron prender la leña que agregó rápidamente. Se sentó cerca para terminar de secarse y neutralizar, en parte, el frío que estaba haciendo. Su cuerpo entero tiritaba con la baja temperatura. Trató de pensar en otra cosa, en los días de sol y calor que había pasado hacía algunas jornadas. Le pareció sentir nuevamente los rayos en su piel. ¡¡Qué alegría, qué gozo!! Hizo un pormenorizado recuerdo de aquellos gratos momentos, que no sólo le calentaron el cuerpo, sino que también le entibiaron el alma.
Querida Maui, has descubierto,ni más ni menos, aunque sea en forma rudimentaria, el poder de la mente. Has podido soslayar lo inmediato y evadirte a una realidad más grata. ¡Qué maravilla! ¡Qué intuición más acertada! Sigue recordando o imaginándote en momentos más gratos y viajarás sin necesidad de pasajes o billetes. ¡¡Enhorabuena!!
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