domingo, 24 de diciembre de 2017

Momentos...

  
Al viajar hacia el norte de la península, el relieve que me rodea va cambiando. Ya no son campos llanos y arcillosos, sino que la tierra comienza a poner sus propias barreras al avance humano. Los cerros, montes y enormes bloques pétreos van apareciendo y desapareciendo, mientras el bus sigue su rápida trayectoria, como quien escapa de una persecución,
escondiéndose bajo los abundantes túneles, entre abedules, y hondonadas, entre pequeños retazos de campos soleados, con las nubes cerrándonos el paso, como queriendo echársenos encima. Es hermoso lo que veo, es agreste y transmite vida y fuerza.
......
  Recién pasadas las nueve a.m. salgo a recorrer el mundo, no a conquistarlo, pues ello significaría anclaje y no es posesión ni detención lo que deseo. Lo que se detiene se anquilosa, se muere. 
  Caminata por  la Costanera, diríamos en buen chileno, por largo trecho hasta llegar a un maravilloso túnel: casi insonoro (a pesar de que la calle está a unos 10 metros), pero pleno de color y luz. Entrar a él es como sumergirse en el mar. El efecto es extraordinario: sólo se escucha el oleaje de las olas al chocar en las rocas, mientras el azul y verde te rodea, te envuelve desde el techo. ¡¡Es la fiesta de los sentidos!!
......

   Estaba un tanto decepcionada de haber hecho el esfuerzo de viajar a Guernica sin encontrar casi nada que me hubiera "tocado" o "acercado" a lo vivido en aquel lugar. Tanto así que debí contener mis deseos de regresar a Bilbao en lugar de esperar que el Museo para el cual había comprado ticket, abriera sus puertas en la jornada de la tarde. También el único local de souvenirs visto comenzaba a atender más tarde. Ya había almorzado y visto todo lo posible, casa, esculturas, parque, pintura, edificios.
  ¡Por suerte me quedé! La experiencia vivida al interior de la segunda dependencia de la exposición permanente del Museo de la Paz no pudo ser más ilustrativa y sensitiva. No había más visitantes en idioma español, por lo que ingresé sola a la sala cuando su puerta se abrió. Me pareció estar entrando a un escenario. Todo a media luz, una mesa con dos sillas, dos ventanas con visillos y persianas bajas, lo que no impedía que se filtrara algo de luz. Cuando escuché la voz de la mujer y sin ver que la luz aumentara su intensidad no supe qué hacer. Me acerqué a la puerta-ventana más cercana para ver si se abría. Nada. Me acerqué a la mesa (la voz hablaba del día a día en tiempos de guerra, de correr a los refugios al escuchar la sirena) y de pronto veo mi propio reflejo en lo que parecía un espacio vacío. 
Era vidrio o espejo, no lo sé. Me sentí vulnerable, como si estuviera siendo una conejilla  de Indias. En el intertanto, la puerta se había cerrado. Vi una banca tras mío, adosada a la pared. Me senté y entendí que eso era lo que se esperaba de mí. Seguía el monólogo. Esta vez recordaba la alegría de momentos "normales" compartidos. Las risas infantiles, la vida y la luz se cuela por las persianas. De improviso, un sonido comienza a llenar el ambiente, acercándose: ¡¡aviones!! La voz ya no se escucha. El ulular de una sirena es superado por el ruido de las explosiones. La luz se apaga. El ruido es ensordecedor. Gritos. La pared de vidrio-espejo se transparenta y aparece una montaña de escombros, mientras unas imágenes van apareciendo detrás de los escombros, cual hologramas,  que muestran instantáneas del bombardeo. Comienza a escucharse una suave y triste melodía. Una puerta del costado de abre. Debo salir. 
  Sin embargo, no me resulta fácil. El piso de madera se ha transformado en vidrio y bajo él hay escombros repartidos en cada cuadrado de vidrio. Dudo. Me parece que si camino sobre el vidrio éste se quebrará. La puerta empieza a cerrarse y debo salir, debo enfrentarme a lo sucedido. Hay biombos con fotografías de los hechos, cual laberinto. No me detengo en ellos. Me apura "escapar" de allí. Me parece que debo ponerme "a salvo" fuera de esa sala. Logro hacerlo. Suspiro ...y respiro...
.......

   Definitivamente, Bilbao no me da confianza. Ya el año pasado tuvimos esa percepción. No era tarde pero ya había oscurecido.  
 Caminaba a orillas de la Ría Bilbao, pasado el Museo Guggenheim, ya de regreso al Puente del Ayuntamiento, cuando escuché a una mujer que le gritaba algo a su perro, que se había adelantado, y pasaba cerca de mí. Yo venía fotografiando la noche, las luces, el río. La llovizna se  había detenido y la noche era ideal para lo que estaba haciendo. 

Crucé las vías del tranvía para fotografiar una escultura en medio de una fuente de agua en funcionamiento. Estaba buscando la mejor perspectiva de mi objetivo cuando la mujer del perro llegó hasta mí y comenzó a increparme porque "la estaba siguiendo, espiando", amenazándome con darme unas "hostias". Quedé estupefacta, traté de explicarle que se equivocaba y ante la insistencia de hacerme comulgar (darme hostias, jaja), me contuve de decirle "vieja loca" y escapé. Soldado que arranca... Era más alta y corpulenta que yo (lo que no cuesta mucho) y se acompañaba de un perro no menor. Me amenazó con seguirme "a ver si me gustaba", frente a lo cual y sin haber visto ni un policía por allí, hice uso de mi buen estado físico y corrí por la Costanera, como tantos deportistas que se ven a toda hora... No, definitivamente no me gusta Bilbao...
......

  La oscuridad nos rodea, al tren, más bien. Al interior del vagón hay luz normal. Vamos abandonando Bilbao por las catacumbas férreas. Salimos a la luz. Numerosas estaciones  van surgiendo al lado de las vías. También surge la vida y la naturaleza. Ríos corren alrededor de la línea, como tratando de llegar antes que la máquina a su destino. No todo lo que observo es hermoso, pero es natural. 
Así como veo naturaleza en pleno, árboles, cerros,  cauces interminables de ríos, también hay basura y pobreza, parte también de la vida. El tren apura la marcha a ratos; en otros momentos, avanza a paso cansino, acezante y ondulante, transmitiendo su movimiento a nuestro cuerpo. Disfruto la morosidad del trayecto. 
Me entretengo descubriendo los nombres de las estaciones. Ha sido un viaje descansado y gozoso, con reminiscencias infantiles. Me alegro de la casualidad transformada en voluntad cuando decidí tomar este transporte. El doble de tiempo, pero el triple o más de plenitud...
  

miércoles, 20 de diciembre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra...Veintiocho... [Ayer]

   Veintiocho...                                                             [Ayer]
  Durmió tranquila y feliz el sueño de los justos, de los inocentes, de los básicos ...o de los cansados (como otras tantas veces).
  Los soles y lunas transcurrieron normalmente en la vida de Maui (mejor dicho, en el mundo de ella, pues el sol y la luna, aunque fundamentales en su  existencia, son externos a ella), con varias réplicas diarias del terremoto vivido, a las que se fue acostumbrando, sin saber que estos eventos serían una constante en la vida de sus descendientes.
   Cuando ya estuvo preparada con suficientes pieles para su vestimenta y abrigo, carne seca y ahumada para su viaje (envidia en sabor de sus descendientes modernos), con armas bien fabricadas y en la cantidad necesaria, decidió iniciar el viaje definitivo. Esperaba encontrar nuevas tierras, lejos de los peligros de los movimientos telúricos, ojalá algún clan semejante y dispuesto a aceptarla. Hasta ahora no había tenido problemas con esto de vivir sola, pero no podía seguir así indefinidamente. Quería también formar una familia. Claro que no a costa de cualquier cosa y en el primer clan que encuentre, sino en el que se sienta cómoda y acogida, en que su aporte se valore y no sea motivo de disensión. No todos los clanes aceptaban que las mujeres cazaran, pues en muchos esta tarea se consideraba exclusiva de los machos. Sin embargo, a ella, además de gustarle, se le daba bien aquello. ¡Bien, Maui! Ahora entiendo algunas cosas...
  Hombres como el de la pareja encontrada hacía algunos soles y lunas, por ejemplo, no veían con buenos ojos su independencia. Se dio cuenta de eso, así como que la mujer con su hija parecían tenerle miedo a su compañero y padre. No, ella no quería una relación así. 
  Se preparó para la siguiente jornada, dejando su equipamiento listo en lo que era posible. Se levantó antes de  que amaneciera. Aún faltaba para que saliera el sol. Ordenó sus pieles de dormir, comió algo frío (no quiso hacer fuego, debía cuidar al máximo su piedra fogar hasta que encuentre otra) y una vez que llenó su "cantimplora" de agua, inició la marcha. 
   Cabe señalar que nuestra amiga Maui 1.0. fue rápida y eficiente en su preparación. Grandes ventajas le otorgaba su tiempo de vida: nada de duchas ni lavado de cabellera antes de comenzar la jornada (con el correspondiente secado, alisado, rizado, ondulado, etc.); nada de dudar frente a un clóset, preguntándose "¿Qué me pongo?"; nada de maquillaje y bisutería, menos tomar el celular, iPod, iPad, para revisar msn, wssp, facebook, twitter ni instagram; tampoco interiorizarse de las noticias del espectáculo y el pronóstico del tiempo en tv para ver si llevar o no paraguas. ¡Estaba salvada! Antes de salir no necesitaba tomar toda esa serie de decisiones tan "relevantes" para las Mauis contemporáneas...
  Considerando todos los obstáculos ahorrados gracias a su tipo y tiempo de vida, se echó su carga a la espalda y comenzó su nueva vida. No se fijó si los augurios eran favorables o no (no sabía aún de aquello), pero sí se dio cuenta que el cielo se aventuraba sin nubes, por lo que sería una jornada en que avanzaría sin grandes inconvenientes. Se alegró de ello y sin tocar madera en ninguna parte, inició su recorrido.

sábado, 16 de diciembre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra... Veintisiete... [Hoy]

   Veintisiete...                                                             [Hoy]
Maui se siente completamente satisfecha. Ya lleva 12 días en España y si bien es cierto ha habido algunos chascarros, éstos no han pasado de ser sólo menudencias del diario vivir en un país extranjero, del mismo idioma, aunque más "civilizados", como señaló un taxista (jajaja, como si nosotros anduviéramos con la pluma parada, piensa nuestra amiga). La verdad es que lo que cambia son algunas costumbres, usos y expresiones, no más que eso, que ya es bastante. Si a eso se agrega la "falta de mundo" completamos la escena.  
 Y así es como se ha enfrentado a algunas cosas y situaciones como si hubiera sido transplantada desde el siglo antepasado a la actualidad. Aunque esto último pareciera darle la razón al señor conductor de taxis, en favor de nuestra dilecta friend, debo señalar que no es así. 
   Por ello, cual si fuera Colón, se sintió descubridora del agua caliente para su café al darse cuenta que al  darle el máximo volumen a la llave en su color rojo, ésta casi le quemaba la piel. ¡Bien!
   También descubrió, cual Edison o Tesla, el funcionamiento de los calefactores adosados a la pared y que, vía cañerías con agua de calderas -probablemente- ofrecen una temperatura apta para fríos invernales, que a ella, no por efectos de soponsios ni nada parecido -eso dice ella- la considera, a veces, excesiva.
  Asimismo, esta vez en Zaragoza, tuvo la suerte de hacer funcionar un aparato de radio que estaba empotrado en la pared y que había supuesto, inicialmente, que tenía que ver con la calefacción. No era así, pues. Sólo el último día, la curiosidad y el tiempo disponible,  le hicieron intrusear y logró hacer funcionar el artefacto que resultó ser una radio. 
   En Soria casi la sorprende la tecnología. Las persianas exteriores funcionaban, decía un cartelito, con electricidad, por lo que había que buscar el interruptor correspondiente. No había ninguno cerca de la ventana. Al final, muy oportunamente (casi hizo todo un "show" frente a los visillos al querer desvestirse) descubrió que uno de los interruptores que había sobre el velador era el responsable de cerrar las personas. ¡¡Bien!!   

Al llegar a Barcelona, siendo la única pasajera que iba quedando en el bus, prácticamente la echaron abajo (eso me contó un pajarito, jajaja). Ni siquiera llegó el bus a un Terminal (o "Estación", como le llaman acá), sino simplemente en una Avda. cualquiera, que sabía era central pero nada más. En fin... Había taxis: estaba de suerte. Y era tannnta - a la suerte me refiero- que el taxista, en una detención de semáforo frenó bruscamente pero contra el trasero de otro taxi (jaja). "¡¡Guau!! ¡¡Ahora sí que la hizo de oro éste!! ¿¿Me bajo o no me bajo??", pensó Maui, preocupada, sin saber si tendría que salir a defender al conductor, si debería ir a la policía, o simplemente arrancar (soldado que huye sirve para dos guerras... a lo menos). Permaneció a la expectativa: el chófer se bajó, el otro arrimó el vehículo a la vereda (llevaba pasajero también), miraron la trompa y el trasero de sus respectivos vehículos, se dijeron algo, el chocado pidió un número telefónico al chocador y listo el problemita. Ambos se subieron a los automóviles y siguieron con sus vidas.  En nuestro país, seguro habría habido un florido intercambio de unos cuantos &@$#+* (entiéndase "garabatos"), tal vez unos intentos de agresión mutua, unos gritos y gestos destemplados, además de las amenazas del Infierno. Felizmente no llegó la sangre al río y el taxista, luego de dejarla cerca e indicarle cómo llegar a su destino, siguió su camino. 
  "¡¡Uff!!, de la que me salvé", pensó nuestra amiga. 
  Siguió la indicación señalada por el conductor y comenzó a buscar el Hostal como si estuviera a la caza de Wally. 44, 33, 30, vamos bien... Cuando de pronto ve unas letras al estilo "Hollywood", pero en sentido semicircular, que decían "HOSTAL   ..ROPA" . Con cristiana resignación pensó: "aquí debe ser". No era 8 sino 18 su número (lo que le faltaba en letras -se llamaba EUROPA- le sobraba en números), una cosa por otra, la vida suele tener sus compensaciones (jajaja). Insufló de aire sus pulmones y se dispuso a subir los veinte peldaños aprox. Recepción: un hombre, casi de mala catadura, la atendió. Todo bien, habitación 404, cuarta planta. Clave wifi, dispone de espacio y artefactos para calentar agua y demases. "¡¡Bien!!", pensó Maui. "Se acabó la mala racha", se dijo, claro que demasiado pronto. Allí está el ascensor, le dijo el hombre: otros peldaños, ascensor a punto de jubilar, que había que casi rezarle padre nuestros y ave Marías para que funcione. Por fin, la habitación: la cama, lámpara, velador, mesilla, lavamanos y...una silla adosada al calefactor, sobre la cual (la silla) había uno de esos baldes que usan los aseadores para estrujar sus mopas. ¿Cuál era la razón de aquel "adorno" tan poco estético? La razón más básica y mundialmente conocida: una gotera, que salía del calefactor adosado a la pared. 
  "¡Qué bajo hemos caído! ¿¿Me habrán visto las canillas??", pensó Maui. Estaba en el piso cuarto. Debió rogarle al ascensor para que funcionara y se presentó en recepción para pedir cambio de habitación. Tuvo éxito. La bajaron a la planta dos y aunque no había balde, igualmente la dependencia era básica y no contaba con tv. Por suerte no es fanática de aquel aparatito, pero que no hubiera habiéndose publicitado no hablaba bien de la empresa. Lo que hay que decir a favor es que frío no pasó, aunque el bullicio hasta tarde, que se escuchaba en dependencias anexas, era bastante desagradable. En fin, precios baratos, por algo son... Lo otro positivo fue la ubicación, a una cuadra de la Rambla y ésta a unas pocas cuadras de la Plaza Catalunya y, en sentido inverso, el Puerto.
 Al abandonar Barcelona, igualmente Maui se va completamente satisfecha, pues ha terminado de gozar la creatividad de Antonio Gaudí, a quien su antepasada no ha visto ni en pintura, ni siquiera en estilo rupestre, en tanto su descendiente, en el futuro, seguro tendrá otros ídolos e intereses que nuestra Maui no logra visualizar.
   La Tierra ha seguido su marcha y el viaje de nuestra amiga también. Ya veremos que otra novedad podemos compartirles.  
  

jueves, 7 de diciembre de 2017

El día en que se detuvo la Tierra ... Veintiséis..[Hoy]

  Veintiséis...                                                                 [Hoy]
 
Hacía
tiempo que no sentía tanto frío y algo de rabia. No puedo hablar de "mucha" rabia, porque tendría que volverla contra mí misma. Son los avatares por los que uno debe estar dispuesta a pasar en algún momento cuando se embarca en una aventura como ésta. 
 Espero haber aprendido la lección: solamente reservar alojamiento una vez que esté segura de que el trayecto planificado se desarrollará sin inconvenientes. Así, si el viaje se entorpece, queda la alternativa de cambiar de itinerario en el camino. 
Ha sido un día de dulce y agraz. Por un lado, llegando sin problemas al Terminal de Segovia, aunque debiendo esperar más tiempo del necesario. Feliz, al final, porque había logrado cumplir la mitad del viaje, pero con la mala suerte de que en esa mitad quedé varada por horas
(casi 6) con un frío de los mil demonios (no había calefacción en dicho lugar, Aranda del Duero), sin almuerzo, salvo un café y un sandwich, sintiéndome como Anita, la huerfanita. Al confirmar que al bus al que debí subirme para llegar a mi destino -Soria-  se había ido dejándome (dejándonos, mejor dicho, pues también había un lolito estudiante en las mismas que yo) en ese Terminal, cual Tom Hanks, sin poder ni siquiera salir a recorrer debido a las maletas que portaba. 
  Algo positivo, aunque aún sin saber si llegaré correctamente a mi destino (uff, no hay ni madera cerca como para neutralizar la mala suerte). Por un lado, he  aprovechado de usar una ruana que compré y de cuya inversión casi me estaba arrepintiendo y, por otro lado, he leído y escrito en cantidades absolutamente inusuales en estos días. Además, mis patitas han aprovechado de descansar bastante, a pesar de estar medio congeladas.
   ....
 
Llegué a mi destino casi a las 22 horas. Felizmente aún aguardaban con la habitación sin ocupar, la cual resultó ser excelente. Eso me reconcilió con el mundo. En pleno centro de Soria, salí a buscar qué comer y aunque había mucha gente en las terrazas de bares y restaurantes no encontré un café cercano. 
   Es impresionante cómo los españoles, y sus visitantes, a pesar del frío reinante - bajo cero en estos días- se instalan en las numerosas terrazas existentes, a conversar, beber y fumar. Los que no fuman, claro está, están al interior. Es muy difícil encontrar locales para gente más quitada de bulla. 
   "¡Eureka!" exclamó Maui, al realizar un maravilloso descubrimiento, a fuerza de tener que beber agua de la llave en lugar de comprarla, pues no venden con gas, que es la que requería ayer tarde, cual adicta con síndrome de abstinencia. ¿¿Cuál era ese extraordinario hallazgo?? Pues, al ir llenando el vaso, debió darse la maña de manejar bien la orientación de la llave del agua para que ésta sea fría y no tibia. Y en esa faena tan compleja estaba cuando sus neuronas realizaron algo inusual: ¡¡hicieron sinapsis!! ¡¡Ahí tenía la solución para un desayuno y unas onces más económicas!! Es cierto que le gusta el café bieennn caliente, pero a falta de pan... Había traído un frasquillo de café instantáneo y sucralosa, con el objetivo de pedir hervidor en cada alojamiento. Pero a la fecha, en ninguno le había resultado y debía salir a realizar todas las comidas fuera, que no siempre resultaban baratas. Y ahorrarse algunos eurillos (así hablan los españoles) no estaba mal; al contrario, era necesario, si no quería llegar a final de la aventura mendigando (jajaja). 
   Ya todo arreglado, con la última e imperdible visita realizada al Claustro de los Arcos de San Juan del Duero, un monumento arquitectónico extraordinario (del siglo XII), espera en la Estación de Autobuses de Soria, no como Penélope, la  Leal, sino como Maui, la patiperra contemporánea, ya   casi adaptada a los fríos de estos pagos. Espera que sea la hora de salida del Bus que la llevará, a continuación,  a Zaragoza, donde estará en algo más de un par de horas. ¡¡Bon vogage, querida Maui!! 

martes, 5 de diciembre de 2017

El día en que se ... Veinticuatro... [Ayer]

   Veinticuatro...                                                           [Ayer]
  Una vez ubicado el mejor lugar para armar su "campamento", Maui fue a buscar su carga dejada a unos pasos. Se organizó rápidamente. No podía ser de otra manera: no tenía muchas cosas que organizar, prácticamente no tenía nada. Unas "armas" rudimentarias, la "ropa" que llevaba puesta, su piedra-fogar y, su gran posesión, el venado encontrado, comida y protección a la vez. 
   Quebró unas ramas y armó un habitáculo medianamente decente para aquellos tiempos. Luego, buscó unas piedras e improvisó el lugar para el fuego. Buscó combustible seco para prenderlo y más material para mantenerlo, cocinar y calentarse. Una vez todo esto a punto, se dio a la tarea de despellejar su presa y destasarla. Realizado aquello, atravesó una pierna  con una de sus "lanzas" y prendió su fuego y mientras la carne se asaba, "construyó" un especie de tendedero para disponer la carne restante, mientras al cuero, prácticamente intacto, lo dejaba estacado en un espacio medianamente soleado para permitir que se vaya secando de a poco. Orientó su "tendedero" enfrente de la dirección del humo para que el secado sea el adecuado e impida que la carne se agusane. Sus años de vivir sola la habían preparado de manera óptima para esta situación. 
   Después de terminada su tarea se dedicó a alimentar su cuerpo. La carne estaba deliciosa. No contaba con frutos ni hierbas para acompañarla, tampoco tenía ese producto marino para mejorar su sabor, pero había calmado su hambre. Hasta que no quitó hasta la última brizna de carne del hueso no se dio por satisfecha. Luego, lo lanzó lo más lejos que pudo al cauce del río, y, después de dar vuelta la carne para permitir un secado parejo, decidió ir a darse un baño. No fue fácil tomar la decisión: hacía mucho frío y no tenía pieles para quitar el agua del posible,  pero estaba y se sentía sucia. 
  Cierto era que podría dejarlo para cuando llegara de nuevo el sol (ahora ya quedaba poco de él) pero no sabía lo que le depararía la nueva jornada. Ella no era de las que aplazaba las tareas. Por lo tanto, se quitó rápidamente sus sucias vestimentas y se acercó con cuidado a la orilla del agua. Primero debía tantear el terreno para no ponerse en peligro.  Había un suave remanso que se transformó en el lugar ideal para limpiarse sin riesgos. Me frotó el cuerpo con rudeza, se trató de lavar y desenredar de la mejor forma el cabello y el resultado la dejó bastante conforme. Ya buscaría esa planta que le dejaba la cabellera totalmente limpia. No había divisado ningún ejemplar de ella por la orilla. Claro que tampoco se había dedicado a ello  con afán. Lo importante y primordial había sido instalarse, faenar el venado, hacer fuego y alimentarse.
 Corrió un poco, saltó otro tanto y, ya con el agua algo escurrida, se vistió nuevamente. Deseo que en la siguiente jornada hubiera bastante sol para lavar y secar parte de su vestimenta. Era necesario. Volvió a su campamento. Todo estaba normal. El fuego lamentablemente estaba casi apagado aunque quedaban unas cuantas brasas, que le permitieron prender la leña que agregó rápidamente. Se sentó cerca para terminar de secarse y  neutralizar, en parte, el frío que estaba haciendo. Su cuerpo entero tiritaba con la baja temperatura. Trató de pensar en otra cosa, en los días de sol y calor que había pasado hacía algunas jornadas. Le pareció sentir nuevamente los rayos en su piel. ¡¡Qué alegría, qué gozo!!  Hizo un pormenorizado recuerdo de aquellos gratos momentos, que no sólo le calentaron el cuerpo, sino que también le entibiaron el alma.
   Querida Maui, has descubierto,ni más ni menos, aunque sea en forma rudimentaria, el poder de la mente. Has podido soslayar lo inmediato y evadirte a una realidad más grata. ¡Qué maravilla! ¡Qué intuición más acertada! Sigue recordando o imaginándote en momentos más gratos y viajarás sin necesidad de pasajes o billetes.  ¡¡Enhorabuena!!

El día en que se detuvo la Tierra .... Veintitrés .... [Mañana]

  Veintitrés...                                                       [Mañana]
  ¿Veintitrés? ¿Estaremos vivos, los seres humanos quiero decir (nosotros que rato estaremos incinerados) en el siglo veintitrés? 
  - Así como  vamos, lo dudo- contestó Ami. 
 Su voz la sorprendió. Sólo entonces se dio cuenta que había expresado su pensamiento en voz alta. "Deberé tener más cuidado, ya no estoy sola", pensó. 
  Caminaron con cuidado, una detrás de otra, precedidas por Liu. Éste parecía tener grandes dotes de guía; se deslizaba con una seguridad impresionante. 
  Ami era la guía humana en esos momentos. Cuando estuvieron planificando Maui se dio cuenta que su pequeña amiga, por el hecho de haber nacido en Osaka, conocía menor la urbe. Ellas, con su madre, sólo hacía dos años que habían llegado a la gran ciudad, por lo que aún había grandes sectores desconocidos, vírgenes (como en el pasado, dicen, eran algunos lugares de la Tierra)
  Ami había asegurado que podría, sin problemas, llegar hasta donde estaba su familia y, una vez logrado aquello,  buscarían a su madre. El lugar donde vivían los padres de Ami estaba relativamente cerca, por lo que no debería ocuparles mucho tiempo. Claro, si todo estuviera normal, pero en esas condiciones, la cosa era distinta y ... atemorizante.
 Un maullido de horror la sacó bruscamente de su ensimismamiento. Liu se había detenido y estaba transformado en un  verdadero arco con púas. Lo que tenían delante era un amasijo extraño, en cuyo montón pudieron descubrir unos cuantos cráneos ...¡¡humanos!! El espanto les revolvió el desayuno a ambas y se vieron en la obligación de alejarse un poco para aliviar sus estómagos. Una vez algo recuperadas, decidieron alejarse un poco y parlamentar.
   Lo recién visto les daba más luces en relación a lo sucedido. El evento  había sido nuclear, atómico o algo parecido. No cabía duda. Estaban al interior de la cúpula y lo que había sucedido a esas "personas" era reciente. Por lo tanto, si ellas -perdón, "ellos"- no estaban en las mismas condiciones era porque la situación les había sorprendido en lugares cerrados y, por lo tanto, herméticos. 
   Maui recordó que cuando recobró el conocimiento estaba en un lugar desconocido, en la "ciudad vieja". Aún no puede recordar qué hacía allí; todavía tenía elementos inconexos en su memoria. En todo caso, ese sector estaba  bajo la cúpula también, aunque en la parte periférica, así como parte del mar, hasta las islas artificiales. Lo que significaba que todo el material que habían arrastrado las olas era, probablemente de las islas. 
   Comentó aquello con Ami. Llegaron a la conclusión de que la cúpula estaba destruida en alguna parte. Las plantas nucleares estaban a kilómetros de distancia y ellas habían podido ver el efecto en la misma ciudad. Claro que también cabía la posibilidad que hubieran sido víctimas de un ataque externo y, en tal caso, la situación adquiría mayor gravedad. 
   Tomaron la decisión de apurarse al máximo, de ir al trote donde el trayecto se los permitiera. Ahora no sólo se trataba de ubicar a sus seres queridos, sino también de protegerse: debían reducir al máximo el tiempo al "aire libre". Pronto la radiación empezaría a afectarles. 
   Recién pasado el mediodía, Ami comenzó a reconocer algunos hitos. ¡¡Al fin!! La esperanza les dio nuevos bríos. 
- ¡Allá es!- exclamó.- Casi no nos falta nada-. 
  Aumentaron la velocidad hasta casi llegar a la carrera y, luego, como temerosas de enfrentarse a una realidad insoslayable, fueron deteniendo paulatinamente el paso, como una máquina en funcionamiento a la que se le ha cortado el fluido energético. 
  El edificio estaba inclinado sobre un costado, con los primeros pisos reducidos al mínimo y con otros, superiores, absolutamente destruidos en parte, mostrando todo su interior a los observadores. 
 -¡Mis padres!-, gritó Ami e intentó correr hacia la construcción, prueba patente de la destrucción sucedida, pero Maui, más rápida, alcanzó a detenerla con firmeza. 
- ¡Espera!, debemos encontrar el camino más seguro para acercarnos-. 
  Liu, junto a ellas, ronroneó manifestando su acuerdo. Debían ser cautelosas, perdón, "cautelosos", pensó en su fuero gatuno. Esto de andar con sólo hembras era contagioso...