Como no he estado allá de cuerpo presente, revisé en mi archivo neuronal, como Amos Decker, lo que sabía de esta nación, asociándola inmediatamente con RUBÉN DARÍO y ERNESTO CARDENAL, poetas estudiados y admirados, vates de tiempos universitarios principalmente,
aunque en este par de años algunos versos de ellos, aunque mínimos, han sido protagonistas en alguna de mis clases. Pensando en ellos, no puede dejar de mencionar la profunda diferencia existente entre ambos: uno, el poeta de las princesas, palacios, cisnes y de todo el simbolismo aristocrático exacerbado, en tanto, el segundo, el sacerdote-poeta-revolucionario, que nos habla del mundo real y concreto, donde la lucha contra el Dictador Anastasio Somoza es un tema fundamental.
Recuerdo que entre nuestros compañeros de carrera, Cardenal fue un símbolo de lucha y sus "Epigramas" nos daban la dosis de esperanza que necesitábamos ante esa parte de nuestra historia de la que éramos testigos y protagonistas, más de alguno. Fueron tiempos duros para muchos. Para nosotros, estudiantes universitarios de la Escuela de Castellano de la UACh, rebeldes opositores de papel y de pacotilla, no resultaba más que una forma de hacer "algo más que sea" frente a lo que veíamos desarrollarse ante nuestros ojos... y nuestros oídos...
No fuimos más que "osados" participantes de más de alguna reunión clandestina en algún "casa de seguridad", donde intercambiábamos panfletos, noticias, documentos fotocopiados y microfilms, lo que no servía para recuperar la libertad perdida, ni para cambiar nada de la realidad de la década del setenta que nos tocó vivir. No obstante, nuestras acciones de "revolucionarios de boutique" nos parecían toda una hazaña y con ello cumplíamos nuestros más preciados sueños libertarios. Ya sólo el hecho de compartir de mano en mano, a escondidas, una fotocopia del Otoño del Patriarca de García Márquez (cuyos ejemplares recién publicados fueron requisados y quemados al intentar ingresar a Chile) o comentar en sordina información escuchada por alguien en Radio Moscú, posible de sintonizar en "onda corta", nos alimentaban el día a día de esos oscuros, "tranquilos y pacíficos" días del General.
Y esa complicidad ideológica la compartimos con algunos de nuestros profesores, los pocos que lograron salvarse de la razia uniformada y que se mantenían en su puesto, oficialmente renunciando cual Judas a sus creencias, por unas cuantas monedas al final de cada mes y por la tranquilidad-nerviosa de poder caminar por las calles, aunque a la hora de cada "Toque de queda" tuvieran, como todos, que mantenerse en "arresto domiciliario nocturno".
Fueron tiempos de poemas que hablaban de libertad, de muerte, de lucha, de esperanza, compartidos de mano en mano... Fueron años de escuchar discos con canciones de Víctor Jara, Quilapayún, Los Jaivas, Inti Illimani, Illapu y otros; fueron tiempos de adoptar a Silvio Rodríguez como parte de nuestro poemario y cancionero nacional.... Tiempos de emociones fuertes, de sustos y de alegrías, de acciones románticas y arriesgadas, que no pasaban más allá de unos rayados en los respaldos de las micros de locomoción colectiva, con el símbolo de "R" de Resistencia, encerrada en un círculo, con el propósito de hacerle saber a los demás que no estábamos solos, que no había que perder la esperanza, que aquello debía terminar "un día de éstos"...
Fueron tiempos de poemas que hablaban de libertad, de muerte, de lucha, de esperanza, compartidos de mano en mano... Fueron años de escuchar discos con canciones de Víctor Jara, Quilapayún, Los Jaivas, Inti Illimani, Illapu y otros; fueron tiempos de adoptar a Silvio Rodríguez como parte de nuestro poemario y cancionero nacional.... Tiempos de emociones fuertes, de sustos y de alegrías, de acciones románticas y arriesgadas, que no pasaban más allá de unos rayados en los respaldos de las micros de locomoción colectiva, con el símbolo de "R" de Resistencia, encerrada en un círculo, con el propósito de hacerle saber a los demás que no estábamos solos, que no había que perder la esperanza, que aquello debía terminar "un día de éstos"...
Mirados desde la distancia que dan los años, parece inocuo todo lo realizado, casi infantes jugando a sentir la emoción de ser guerrilleros. Sin embargo, no dejo de pensar que tuvimos la suerte que no tuvieron otros, pues, a pesar de estar a unos cuantos metros de un Cuartel de la DINA, en calle Chacabuco, igualmente nos reuníamos con otros integrantes del movimiento, aunque con la precaución de no conocer los verdaderos nombres ni ver los rostros, salvo el de los "contactos". Y aunque entendíamos que no éramos más que "instrumentos de la Revolución" (jajaja), si alguno de nuestros desconocidos visitantes hubiera "caído" en manos del aparato represivo (jajaja, pura verborrea extremista de esos tiempos y también de los actuales) nos habría arrastrado fácilmente en la rodada. ¡De nosotros se conocía la dirección y los nombres! En cambio, si hubiéramos sido nosotros los descubiertos, nuestros dirigentes habrían estado salvos de polvo y paja: nosotros ignorábamos quiénes eran. No habríamos tenido opción: ¡habríamos sido Mártires de la Causa! ...¡No fue así, nos salvamos, lo que no todos pudieron hacer!
Una vez transformados en Profesionales, nos aburguesamos, como casi todos y con una facilidad avergonzante, nos olvidamos de nuestros "compañeros de lucha", de nuestros románticos principios libertarios y democráticos, dedicándonos a cumplir la marcha cotidiana y laboral, dando un vuelco a nuestras aspiraciones, esta vez absolutamente terrenales, concretas y mundanas.
¿Y qué pasó en NICARAGUA?
A Daniel Ortega le ha quedado gustando el poder y ¡vaya que se le nota! La ley dice que no puede haber fórmulas políticas con integrantes de la misma familia, pero esto ha sido desatendido, iniciándose la carrera en solitario de una pareja que, a no mediar algo desestabilizante, establecerá una nueva "dinastía" gubernamental, equivalente a la de la Familia Somoza, que tan férreamente combatieron ellos mismos en su juventud. Sin duda, el poder corrompe y se transforma en una adicción... Felizmente, algunos logramos escaparnos de su fuerza magnética, aunque somos los menos: los incorruptibles, los equilibrados, los sabios... y sabias (jajaja).
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